Parte uno del Capítulo IV

Palmerolo y los Naguales Candelario Reyes García
Capítulo IV

Uno.
Y en eso se produjo una especie de estruendo salido de algún lugar no determinado, pero que como reacción de conjunto hizo que Palmerolo y los Naguales se concentraran de nuevo en aquel banco de arena del río. Al inicio al parecer no tenían nada qué decirse; las más asombradas eran las aves. La tortuga con su lentitud parecía ocupar la atención de los demás, por su ritmo torpe y su pensamiento ágil, más lo cierto, es que entre ellos, todos se ocupaban entre sí de ver que el otro estuviera mejor, o tan bien, como todos. Ese era un código, no acordado, sino que les brotaba de natural, en su condición de naguales, capaces de darlo todo, a su vida, como costa, por la felicidad de los otros.
-No es lo que creímos,- dijo la Lora, sin hacer mucho aspavientos, más bien como construyendo una madeja de misterio, hablaba lentamente-¡Lo que quisimos alcanzar con sacrificio, no vale la pena!
-¿Qué, no? ¿A qué te refieres? – Le franqueó el Puerco Espín- ¡Se dan por vencidas, no quieren que vayamos a la otra orilla? ¡Si yo pudiera volar, me la contarían!
-Lo del otro lado del río- Les confió, como si destapara un ruido, pero sin hacer bulla- Eso que parece, es otra cosa, no lo que suponíamos,- nadie le agarró el tema.
-¡No caemos! ¡No sabemos qué decís! ¡Estamos tan asustados con lo que acabamos de vivir, y sobresaltados con el ruido que se vino del peñón, que no entendemos, para nada, a qué te referís!- comentó el Gato –Si nos hablaras más claro. Por ejemplo, nosotros en nuestra incursión, sólo hemos tenido que defendernos, en lo mínimo procurar salir de allí, aunque los golpistas, por fuertes y letales que sean, tienen claro, que nunca tendrán la vida fácil.
-¡Me refiero al bosque!- Se apresuró a decir, un tanto molesta la Lora, respondiendo, ya no en secreto, sino con un piido torpe. Una alharaca de guara- Nosotros libramos una lucha grande contra la bruja, creyendo que lo que íbamos a encontrar era un camino, por donde ir todos a un futuro bello, que se nos presentaba, del otro lado de este río peligroso. Creímos que lo malo era el río, y lo bueno el bosque. Pero hemos descubierto, que todo es una mentira, como el golpe, todo es parte de todo, una mentira.
-Todo es parte de una trampa,-sumó con tranquilidad su canto el Águila, al decirlo parecía presa de una decepción- Cuando vimos el bosque, todos, desde un inicio, creímos que el reto era atravesar el río, e ingresar al paraíso prometido. Pero no existe nada de eso. Volar alto, me ha servido para caer bajo, sin embargo es la verdad. Y es mejor descubrirlo a tiempo. Y eso es una alerta. No debemos suponer, hay que explorar, medir, pesar y darse cuenta de la verdad.
-Todo es una pantalla, o más de una pantalla-exageró La Lora, extendiendo sus alas, en señal abarcadora- No hay tales. Cuando bajábamos de la montaña, creímos que el paraje bello que se veía, del otro lado del río, era la tierra prometida y creímos que todo sería bien, que representaba el futuro, un nuevo país. Y no es cierto, no es cierto, es una falsedad, un espejismo. Ya lo hemos visto, desde lo alto nos hemos dado cuenta que se trata de millones de pantallas que reproducen una realidad falsa, una trampa. Detrás de ellas la realidad es otra. Así que estamos como al inicio, sólo que ahora sabemos a qué atenernos.
-Ahora entiendo,-rezongó Puerco Espín- estamos en una trampa, somos objeto de una mentira que sin embargo, mata; porque muy cerca de la muerte hemos estado. Es de verlos el estado de agitación en que hemos llegado aquí, buscando un respiro.
-Sí, es de abrir bien los ojos. De concentrar toda la atención. De ronronear con cuidado sin dejarse atrapar por las apariencias,- agregó el Gato- Pero, yo quiero una explicación mayor. Estoy tan acostumbrado a las cenizas, que me gusta lo caliente, pero no dormir en brasas; he igual, juego con los ratones antes de comerlo, pero bien sé que eso es a mí, y no a ellos, a quien le hace gracia.
-Cuando volamos alto, y la bruja de la escoba nos impedía acercarnos, no era porque quisiera impedirnos, que disfrutáramos de aquel lugar; era para que no descubriéramos la verdad y lo pusiéramos en evidencia- narró el Águila- Yo me fui alto, tan alto que burlé la tinta que cagaba la escoba de la bruja. Y pude ver, y al ver, la magia se rompió, además lo que miraba, lo iba diciendo se lo gritaba a la Lora, y las palabras son poder, el poder de entender, son guía, mapa, diálogo, acuerdo entre los que estamos oprimidos y buscamos una salida …Ellas a lo mejor esperaban que nosotros nos lanzáramos desesperados y enloquecidos al río, donde a lo mejor a algunos nos devorarían algunas fieras, o a lo mejor, otros, exhaustos, alcanzando la orilla, seríamos fácil presa de otros percances, no menos letales. Pero no fue así.
-Se trataba de una trampa. La maldad planifica todo. Y espera que las víctimas no se entiendan entre ellas, que vayan por instinto, separadas, divididas y ¡Fum! Hundirse en el embudo de la mentira- expuso muy coloquial, la Lora.
-Sí, no fue así, no les salió el truco, nosotras andamos juntas, tomamos medidas, estrategias, no actuamos por instinto y estudiamos la situación. Y seguimos en terreno, eso es lo mejor.-Confirmó la tortuga- Les salieron mal sus cálculos; quisimos antes explorar y conocer. Y así salimos en ruta distintas, peregrinando y viendo los detalles de esta trampa…ahora estamos de vuelta; ya veo, y tenemos resultados. A lo mejor hasta podríamos tomar decisiones; a lo mejor.
-¿Ya se dieron cuenta? ¡Miren! -dijo asombrado el Jaguar, al tiempo que señalaba los detalles de una amenaza que se cernía sobre ellos-¡Salten, saltemos, que el que no salte, es víctima!- Y el saltó, animando a los otros que lo hicieran.
Todos saltaron. Palmerolo tiraba coces, estaba nervioso. Y alcanzaron un peñón, un fajón alto de rocas que parecía sitio seguro y vieron que el panorama cambiaba. Y a su vez, que aquel montículo en que estaban, eran puros desechos de ruinas arrastradas en algún tiempo por el río. Por lo tanto, no podían estar en ellas, en total confianza.
-¿Qué sucede? – Dijo Palmerolo, alarmado-¡Qué sucede aquí que todo es tan movedizo y falso!
-Es la constitución de la mentira- manifestó la Tortuga- estábamos en arenas movedizas; bueno seguimos igual, nada ha cambiado, sólo que al menos nos hemos puesto temporalmente a salvo.
-Todo esto que estamos viviendo se basa en la mentira, en esa trampa nos han metido- dijo nervioso el Cusuco- Yo aquí no sería capaz de escarbar un refugio, o de comer tan siquiera un panal de zompopos, porque sin duda, urdiría la trampa de mi propio final. Y podría comer la lombriz de mi perdición.
En eso, escucharon el croar de la Rana en lontananza. La Rana que fue su primera guía cuando la salida de la aldea. Y se estuvieron quedos, en silencio, esperando otra señal.
-Al menos no vamos perdidos. No importa lo que suceda-declaró Palmerolo- ¡Oyen! La Rana, nuestra amiga Rana, ha cantado, croado, eso significa que vamos por buen camino. O que no andamos perdidos, aunque no sea bondadoso el camino.
-¿Pero cómo puede ser posible, eso, si vamos sólo asechados por peligros?-se quejo el Puerco Espín- ¡Malvado el día en qué los delincuentes se adueñaron de esta patria! ¡Que esto se corrija, que sus golpes se desplomen!
-¿Quién te dijo, que esto iba a ser bonito, si estamos tratando de romper con un crimen, con un golpe, con una mentira de muerte, que unos pocos ricos, siete pañuelos de cuello blanco y una pandilla de militares, han urdido contra un pueblo pacífico, al que aherrojan y matan- Le protestó la Tortuga-Esto es viejo y para romperlo, es que vamos buscándole nuevas raíces a los caminos de la patria.
-¡Sí, esto pende de los cordeles de la muerte!- expresó el Cusuco- ¡Ese sueño, no es recreo fácil! Para mí, que este caminar nuestro tiene un alcance breve en el tiempo, pero que debemos hacerlo, sin renunciar un ápice, nada, de nada, para que vengan otros naguales, otros hijos, y puedan continuarlo!
-Honduras está convertida en una pocilga en la que hierven la peste y la ignominia, eso lo sé, - respondió el Puerco Espín- la democracia, mira, nos tiene muertos, y sobre nuestros cadáveres se ve a los cerdos saciándose…así, que de igual manera, la recuperación es larga. Y espeso caminos nos guarda.
-¡Atentos, vean, el río!- se alarmó el Jaguar
-¡Y el bosque!- maulló el Gato
-¡Apesta!- dijo Palmerolo, alarmado.
-¿Pero por qué está sucediendo esto, esos cambios tan rápidos y violentos? -preguntó la Lora
-Es porque nos hemos dado cuenta de la mentira; no puede ser otra la explicación. Se les está cayendo el modelo de la mentira- expresó llena de seguridad la tortuga-ya su mentira está explicada con nuestras palabras. Y eso es poder. A lo mejor, están tratando de recomponer el modelo, la forma, la celada… esto que estamos evidenciando, son a entrañas del mismo demonio, que juega una lotería de embuste, porque tiene cómo hacerlo y cuenta con todas las cartas y los conocimientos.
-¿Quiere decir que esta es la verdad?- Se asombró Palmerolo-Una dura verdad; en comparación, la mentira de las pantallas era bonita. ¡Dios, que la vida no me confunda! ¿Qué hago yo aquí, yo soy un burro, un jumento? ¿Dónde estoy? ¡Qué hace un burro perdido en esta fábula!
-¡jajajajaja! - reían la Tortuga y el Puerco Espín-¡jajajajajaja!- a pulmón batiente.
-¡De qué se ríen?- Se molestó Palmerolo, que se sentía objeto de burla por parte de sus dos pequeños amigos, por el sólo hecho de su inocencia.
-¡jajajajajajajaja! - Se contagiaron de risa los otros naguales, menos el Jaguar y el Gato, que se movían en torno a ellos, con sigilo, sin dejar de observar, los eventos que se sucedían en el río y el bosque. Pues entre más reían los naguales, más se volvía todo deplorable-¡jajajajajajajajaja!
Palmerolo comenzó a rebuznar y a hacer piruetas, contagiado por la risa, hacía corcovos. Y entre todos fueron armando bulla, ruido y escándalo, sin sentirse agobiados, bulla, bulla, ruido, ruido, al tiempo que todo se iba transformando.
-¡Se han marchitado las lianas, se han secado los árboles, no hay cantos de pajarillos falsos, ni nidales!- Expresó en hondo ronquido el Jaguar.
-¡Y el río apesta a mortandad, sus aguas están podridas, sus playas son basurales, no tiene luz, es un río de oscuridad, un turbio río muerto a pesar de que corre su pudrición, está muerto!- dijo con suave voz de horror el Gato.
-¡No hay peces, sólo pes pestilente, hediondez! ¡No hay cataratas, ni música, son sordas y ciegas las aguas! Parecería el río salido de una maldición! ¡Si sólo este río existe, moriré de sed!-Lamentó Palmerolo.
-La mentira, era más bonita que esta verdad que vamos descubriendo ¿Pero qué será mejor?- dijo desconsolado, el Cusuco. Es mejor morir limpios en la verdad, que lentamente morir, envenenados por la mentira.
-¡La mentira, para vivir en ella y no decir, esta boca es mía!- medió la Tortuga- La mentira de la tranquilidad de creer vivir bien en la marginalidad. Desnutrida, pobre, sin salida ni esperanza, pero en una burbuja que no permite ver la fatalidad. La mentira de la pantalla de la televisión, en la covacha, en la chabola, con tus hijos rodando entre el tile, comiendo tierra, y vos sollozando, triste, desconsolada, que la chica bonita y buena, fue engañada por la mala y se quedó con el guapo de la telenovela. La mentira de estar arrecha, casi con el puñal en la mano, porque no se trasmitió el partido de la sele…que al menos hace olvidar, que falta esto, que no se tienes aquellos, que te golpea el hombre, que te estás muriendo de fiebre, que no hay leche, ni pan, ni piedra, ni piedra, para vender, o darle al hombre, ya que no le tenés comida para cuando vuelva.
-¡Mira cuánta ruina! Al parecer, las pantallas, han sido desconectadas. Se nos ha acabado el paraíso. ¡Qué vamos a hacer! ¡Aquello que se ve allá, es el cerro el Berrinche, de él cuelgan la miseria y un panorama de miedo!- Musitó el Jaguar- allí donde la vida no vale nada, la democracia cuelga como trapo sucio, blandiendo el orgullo de pertenecer a una mentira.
-Más miedo hay de esa otra orilla ¿no vez el edificio del Congreso? Mira, allí si hay peligro, es una placenta de criminales, de poder y mano larga. Y allí cerquita tienen las bóvedas del banco, la catedral y las academias de armas-Les indicó el Gato- pero no hay nada de qué asustarse. Hemos vuelto a la realdad, cuando creímos que deberíamos hacer el viaje, por el mundo maya, a encontrar las profecías de nuestro futuro, expuestas con arte, con grandeza y talento. Y miren, hacemos círculos, a lo mejor, para que encontremos en la muerte, la explicación de esta nueva vida.
-¡Esto, entonces, qué es! –Irrumpió escandaloso, Palmerolo- ¿en qué hoyo hemos caído? ¿Y cómo ha sucedido eso? ¿Por qué todo se ha transformado?
-Este no es un hoyo, es un socavón de ladrones y criminales, Palmerolo- Le dijo irónico el Puerco Espín-Y lo mismo que preguntás vos, se preguntan los miles y miles de pobres, que han venido a caer aquí, por necesidad, no por lujo, y que les toca desempeñar la vida, entre el asalto y la astucia criminal ¡ Ya verás cuando salgamos a las calles, cuando seamos capaces de salirnos de las riberas de este río, con qué clase de personajes, te las verás!
-Esta es la Capital- Dijo la Lora
-Esta es la sobra de una mina- Gritó el Águila
-Es la serranía más honda y dolorosa, que sostienen siete millones de hondureños a fuerza de sostener una mentira, llamada, capital- remató el Cusuco.
Y Palmerolo se sintió presa de pánico, como nunca antes, en aquella brevedad vivida con los Naguales. Quedó paralizado, ni un rebuzno, un pedo o una coz, estaba tieso, de pies a cabeza, pero sin agachar las orejas.
(Continuará…)